CUIDADOS
Y PERFIL DE SALUD DEL CUIDADOR FAMILIAR Y DEL ADULTO MAYOR: UNA MIRADA DESDE LA
PERSPECTIVA DEL INVESTIGADOR
Velasco Asdrúbal (Dr.)
Profesor Titular a Dedicación Exclusiva. Dr.
Ciencias Humanas, Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela. Correo: asdrubalvelasco49@gmail.com
El criterio
de validez y ventajas del estudio según el investigador
Lo siguiente describe parte
de los resultados de la investigación relacionada con la interpretación de la
percepción del cuidador familiar sobre el cuidado que brinda al adulto mayor
residenciado en comunidades adscritas al Ambulatorio Urbano III “Belén” de
Mérida, Venezuela.
En este sentido se delimita
al perfil de salud del adulto mayor y del cuidador familiar, por lo que según
el investigador, un aspecto considerado en cualquier investigación es la
calidad de la información recopilada. Desde la perspectiva cualitativa se
persigue el saber de los procesos de identidad de los sujetos teniendo en
cuenta el valor del discurso emitido (Colina y Medina, 1997). La evaluación fue
básicamente inductiva-deductiva, ya que los aspectos más importantes e
interesantes, siguieron el juicio subjetivo como investigador con base a la
representación social como base en el diseño, por lo que se asumió que las
acciones sociales se producen en los cuidadores familiares, según su forma de
percibir, entender, interpretar, juzgar y organizar su mundo. Cada una de las
respuestas fue cotejada haciendo uso del sistema de triangulación de
información, así como la confirmabilidad a través de las técnicas de
recolección, análisis e interpretación de la información proporcionada por los
cuidadores familiares.
Por otro lado el significado
contextual estuvo relacionado con la experiencia en el área de la enfermería
comunitaria, en cuanto a la temática tratada. Es decir, el nivel de
comprensión, los medios de información y el ambiente se justifican con la participación
activa del investigador en el momento de recolectar la información. Asimismo,
el grado de homogeneidad fue alto; las respuestas recabadas coincidieron en
muchos aspectos, por lo que la saturación se alcanzó una vez comenzada la
repetición de la información por parte de los entrevistados.
La investigación posee
consistencia interna en cuanto a procedimientos y validación de la información
recabada, la cual se puede extrapolar a diferentes ambientes y situaciones
relacionadas con la salud. Posee también fiabilidad ya que refleja la
coherencia de las observaciones de los grupos focales con las respuestas u
observaciones proporcionadas, ya que las notas fueron tomadas durante la
actividad en grabadoras.
En cuanto a las ventajas que
muestra el estudio, se encuentran las relacionadas con el investigador, el cual
mantuvo una postura neutral, así como el manejo de los criterios éticos y
profesionales que facilitaron la recabación de la información; el nivel de
validez y fiabilidad de la investigación que se hizo con el respaldo de los
datos recolectados; el ambiente de trabajo, el cual fue un lugar cómodo y
aceptado por los cuidadores familiares, y el análisis de la información que se
hizo fue siguiendo la agrupación de las categorías, cada una con sus respectivas
sub-categorías emergentes con sus código vivo.
Resultados
acerca del perfil de salud del cuidador familiar
La distribución por edad y
género del cuidador familiar del adulto mayor, cerca de un tercio de los
cuidadores tienen 35 a 39 años de edad; un cuarto están en el grupo de 40 a 44 años y un quinto
de ellos en el grupo de 45 y más años. En cuanto al género la mayoría de los
cuidadores familiares es de género femenino, para una razón de mujeres cuidadoras
con respecto a los hombres de 3/1, así como un tercio de los cuidadores hombres
tienen 35 o más años de edad, y entre las cuidadoras mujeres se encontró la
edad del cuidador entre los 35 a 44 y más años con cerca de un quinto de la
población entrevistada.
Como aspecto más llamativo
el perfil de quienes cuidan a las personas mayores, según Rodríguez (1995), es
el género femenino. Más de la mitad son mujeres, lo que implica desigualdad en
el reparto de las obligaciones en la casa, lo que con el paso del tiempo, la
tendencia es al alza.
En cuanto al estado civil la
mitad de los cuidadores familiares está casado (a), más de la mitad son hijos
mientras que el resto son hermanos, hijos, yernos u otros (familiares)
La
iniciativa para iniciar la prestación de la ayuda procede en la mayor parte de
los casos del propio cuidador/a, y en un segundo término, se trata de una
decisión familiar. En este aspecto las respuestas presentan grandes diferencias
según el grado de parentesco que les una a la persona mayor, pues para los
cuidadores que son familia política de los mayores la presión del
entorno familiar parece resultar mayor. Acá pudiera pensarse, que el sentido de
obligación moral provoca emociones positivas en la relación de ayuda y, al
mismo tiempo, sentimientos encontrados ante la dificultad de conciliarlos con
la vida personal y el trabajo.
Con
relación al nivel de instrucción y el tiempo de cuidado del adulto
mayor, cerca de un tercio de los cuidadores familiares tienen son profesionales
y tiene más 4 a 6 años cuidando al adulto, ocupando más de 12 horas diarias de cuidado. Asimismo, más
de mitad de la población tiene una situación laboral activa mientras que el
cerca de la mitad económicamente no son activos, por lo que pudiera repercutir
de alguna manera en el ingreso familiar, en vista de que 13 de los
entrevistados son profesionales, pero que el ejercicio de éste, puede implicar
mayor desgaste en el cuidado del adulto mayor. Esto demuestra que el grado de
dependencia del anciano del familiar es alto, por lo que el riesgo de cansancio
del cuidador también será mayor en la medida de que las actividades
instrumentales de la vida diaria cada vez sea más satisfechas por el familiar.
De acuerdo a la sobrecarga
del cuidador familiar a través de la Escala de Zarit, la mitad de los
cuidadores familiares presentaron sobrecarga del cuidado. En este sentido, 12
de los 23 cuidadores, entre otros aspectos, consideran que han perdido el
control sobre su vida desde que están al cuidado del adulto mayor, así como
desearían poder encargar el cuidado de su familia o paciente en todo caso, a
otra persona. Así mismo, la mayoría de los entrevistados manifestaron que se
sienten avergonzados por el comportamiento de su familiar, lo que pudiera
incidir en el cansancio del cuidador, y dificultad en el desempeño del rol.
Más de la mitad de los
cuidadores familiares tienen 35 o más años de edad y son en su mayoría de
género femenino, es decir, una razón de mujeres cuidadoras con respecto a los
hombres de 3/1. De manera que por cada 3 mujeres que se encargan del cuidado de
los adultos mayores un hombre ejerce este rol, y la mayoría de ellos tienen 35
o más años; un poco más de la mitad de los cuidadores familiares están casados,
así como más de la mitad son esposos o esposas de los adultos mayores; el total
de la población entrevistada son alfabetos funcionales, y más de la mitad tienen menos de 3 años hasta
6 años cuidando al adulto.
Estos resultados concuerdan
con el perfil de la mayoría de los casos de una investigación realizada por
Velasco, Ortiz, González y Rojas (2010), en el sector Don Tobías de Trujillo,
la cual el 73% eran mujeres. Así como el realizado por Barrera y Duarte (2007),
donde el 90% de los cuidadores no Profesionales pertenece al género femenino,
lo cual confirma la teoría sobre el hecho de que el papel de cuidador familiar
generalmente es asumido por las mujeres, sean estas esposas, hijas o hermanas,
debido a que la mujer es considerada como cuidadora “natural”. Asimismo, los
cuidadores familiares son entre otras personas, familiares directo del anciano.
La esposa o el esposo por lo general son cuidados por sus hijos, sobrinos o
hermanos. Resultados que se asemejan a los encontrados por Velasco y col. (ob. cit.), cuando señalan que el 54% o
más de los cuidadores son hermanas (os) o hijas (os).
Tradicionalmente, han sido
las familias las que han asumido el cuidado de las personas dependientes, a
través de lo que ha dado en llamarse “apoyo informal”. Para ser más exactos,
habría que puntualizar que esa función ha recaído y recae, casi en exclusiva,
en las mujeres del núcleo familiar, (esto es, en las madres, cónyuges, hijas o
hermanas de las personas dependientes), y, dentro de éstas, en las mujeres de
mediana edad, sobre todo en el grupo formado por las que tienen entre 45 y 69
años. (IMSERSO, 2004)
Por otro lado, un tercio de
la población estudiada le ocupa más de 12 horas diarias dedicadas al cuidado
del adulto mayor; más de la mitad tiene una situación laboral activa mientras
que cerca de la mitad no son activos, por lo que pudiera repercutir de alguna
manera en el ingreso familiar, en vista de que 7 de los 23 entrevistados son profesionales, pero que el
ejercicio de éste, puede implicar mayor desgaste en el cuidado del adulto
mayor. Esto demuestra que el grado de dependencia del anciano del familiar es
alto, por lo que el riesgo de cansancio del cuidador también será mayor en la
medida de que las actividades instrumentales de la vida diaria cada vez sea más
satisfechas por el familiar, por lo que desarrollar la labor de cuidador
requiere un alto grado de paciencia, para evitar el conjunto de problemas de
orden físico, psíquico, emocional, social o económico que pueden experimentar.
Con la aplicación del Test
de Zarit, más de la mitad de los cuidadores familiares presentaron sobrecarga
intensa, solo 3 de los 23 cuidadores no presentó sobrecarga del cuidado. En
este sentido, 12 de los 23 cuidadores, entre otros aspectos, consideran que han
perdido el control sobre su vida desde que están al cuidado del adulto mayor,
así como desearían poder encargar el cuidado de su familia o paciente en todo
caso, a otra persona. Así mismo, la mayoría de los entrevistados manifestaron
que se sienten avergonzados por el comportamiento de su familiar, lo que
pudiera incidir en el cansancio en el rol de cuidador. Situación que se
desarrolla a través del tiempo y se presenta en las personas que asumen el
cuidado en particular de una persona que presenta algún tipo de limitación o
dependencia, y se va desarrollando paulatinamente al ir asumiendo actividades
que implican de manera continua carga física y
psíquica. (González, 2002)
Cuando se considera el
desgaste del cuidador como una variable de estudio, es importante tomar en
cuenta las patologías asociadas de los ancianos. Las enfermedades crónico -
degenerativas hace tender a la dependencia de otras personas para sus cuidados.
En este sentido, las actividades instrumentales de la vida diaria estarían muy
limitadas sobre todo, las que requiere de mayor esfuerzo físico, por lo que la
ayuda del cuidador familiar en este momento, cobra mayor importancia.
Con
relación al número de hijos, un poco más de la mitad tiene 3 o menos hijos y cerca de tres cuartos de los adultos mayores están jubilados, lo
que significa que en todos los hogares hay alguna entrada económica. De igual
manera, casi la totalidad de los adultos mayores tienen alguna
patología asociada, de los cuales un poco más de un tercio son diabéticos más
hipertensos. Todas estas enfermedades son crónico - degenerativas lo que hace
tender a la dependencia de otras personas para sus cuidados. En este sentido,
las actividades instrumentales de la vida diaria estarían muy limitadas sobre
todo, las que requiere de mayor esfuerzo físico, por lo que la ayuda del
cuidador familiar en este momento, cobra mayor importancia. Esto se enfatiza con
cerca
de la mitad de los adultos mayores que son dependientes, un tercio de ellos
dependientes intermedios y el resto independientes.
En este sentido, las
actividades instrumentales que determinan la capacidad funcional de los adultos
mayores se detalla de la siguiente manera: los adultos mayores son capaces de
utilizar el teléfono por iniciativa propia, buscar y marcar los números, marcar
bien algunos números conocidos y contestar el teléfono, pero no de marcar,
pero, 2 de ellos si son capaces de utilizar el teléfono en absoluto.
En lo que respecta al ir de
compras, más de la mitad de los entrevistados necesitar ir acompañados , así
como la mayoría de los adultos mayores
necesita que le preparen y le sirvan las comidas, solo cuatro (4) de ellos
prepara adecuadamente las comidas, si se le proporcionan los ingredientes
necesarios.
En cuanto al cuidado de la
casa un tercio y la mayoría es incapaz de realizar la tarea ya que el lavado de
ropa debe ser realizado por otra persona, mientras que el 13% de ellos lava por
sí mismo o misma pequeñas prendas como medias por ejemplo. Solo tres (3) de
ellos lava por sí mismo (a) toda su ropa.
Con relación al uso del
transporte, llama la atención que la mayoría de los entrevistados son capaces
de coger un taxi, pero no usa otro medio de transporte; otros viajan en
transporte público cuando van acompañados por otra persona, mientras que otros
utilizan el taxi o el automóvil sólo con ayuda de otras personas.
Respecto a su medicación,
cerca de tres cuartos de los adultos mayores toma su medicación si se le
prepara con anticipación y en dosis separadas; un poco más de la mitad es
incapaz de manejar dinero; un cuarto de ellos realiza las compras de cada día,
pero necesita ayuda en las grandes compras o ir al banco, y un poco menos de un
cuarto maneja los asuntos financieros con independencia (presupuesta, rellena
cheques, paga, recibos y facturas, va al banco), recoge y conoce sus ingresos.
En este sentido, la programación de actividades debe contemplar el tiempo para
los cuidados personales. Igualmente, un poco más de un tercio de los cuidadores
familiares presentaron signos y síntomas de sobrecarga leve, así como de
sobrecarga intensa, lo que da a entender que si no se toman las medidas
correctas para su cuidado los padecimientos producto del desempeño van a ser
cada vez mayores. Estos resultados muestran la tendencia al cansancio del
cuidador familiar del adulto mayor.
Entre los aspectos que resaltan más y que muestran la
tendencia hacia la sobrecarga del familiar se encuentran: la solicitud de más
ayuda de la que realmente necesita, estrés al tener que cuidar a su
familiar/paciente y tener además que atender otras responsabilidades, vergüenza
por el comportamiento de su familiar/paciente, por creer que la situación actual
afecta a su relación con amigos u otros miembros de su familia de una forma
negativa, por sentir que su familiar/paciente depende de él o ella, por
sentirse agotada(o) cuando tiene que estar junto a su familiar/paciente, porque
cree que su salud se ha visto afectada por tener que cuidar a su
familiar/paciente, por sentir que no tiene la vida privada que desearía a causa
de su familiar/paciente, por creer que su familiar/paciente espera que le cuide, como si fuera la única persona
con la que pudiera contar, y por creer que no dispone de dinero suficiente para
cuidar de su familiar/paciente, además de sus otros gastos.
En lo que respecta a las actividades instrumentales
de la vida diaria (AIVD) del adulto mayor, casi la mitad de los adultos son
dependientes, lo que significa un mayor trabajo para los cuidadores, por lo que
las oportunidades de satisfacción personal se ven limitadas, así como las del
disfrute de la intimidad de las parejas. En este sentido, la programación de
actividades debe contemplar el tiempo para los cuidados personales. Igualmente,
un poco más de un tercio de los cuidadores familiares presentaron signos y
síntomas de sobrecarga leve, así como de sobrecarga intensa, lo que da a
entender que si no se toman las medidas correctas para su cuidado los
padecimientos producto del desempeño van a ser cada vez mayores. Estos
resultados muestran la tendencia al cansancio del cuidador familiar del adulto
mayor.
Entre los aspectos que resaltan más y que muestran la
tendencia hacia la sobrecarga del familiar se encuentran: la solicitud de más
ayuda de la que realmente necesita, estrés al tener que cuidar a su
familiar/paciente y tener además que atender otras responsabilidades, vergüenza
por el comportamiento de su familiar/paciente, por creer que la situación
actual afecta a su relación con amigos u otros miembros de su familia de una
forma negativa, por sentir que su familiar/paciente depende de él o ella, por
sentirse agotada(o) cuando tiene que estar junto a su familiar/paciente, porque
cree que su salud se ha visto afectada por tener que cuidar a su
familiar/paciente, por sentir que no tiene la vida privada que desearía a causa
de su familiar/paciente, por creer que su familiar/paciente espera que le cuide, como si fuera la única persona
con la que pudiera contar, y por creer que no dispone de dinero suficiente para
cuidar de su familiar/paciente, además de sus otros gastos.
En cuanto a los cuidados que el cuidador familiar le
provee al adulto mayor en el hogar, el cuidador ayuda “Casi Siempre” en las actividades
de la casa (cocinar, lavar, planchar), así como para la higiene personal; entre
“Casi Siempre” y “Frecuente” los cuidadores ayudan para el transporte fuera del
domicilio, así como “Casi Siempre” para el desplazamiento en el interior del
domicilio. Igualmente, la mayoría de los cuidadores “A veces” ayuda para la
administración del dinero y bienes, así como es “Frecuente” la ayuda para las
tomas del medicamento, en la facilitación en el uso del teléfono, en la
solución a situaciones conflictivas, y en ayudarlo a comunicarse con los demás
cuando existe dificultad para hacerlo.
Necesidades básicas como la alimentación, se
ven generalmente afectadas por la capacidad funcional. Los adultos mayores por
diferentes factores no tienen un adecuado acceso y consumo de alimentos,
aspecto que puede considerarse como un factor deteriorante de su estado de
salud, lo que contribuye a los procesos de fragilización en esta etapa. Dichos
cambios que el adulto mayor experimenta, pueden ser modificados por los patrones
de alimentación y el estado nutricional, convirtiéndose en un factor de riesgo
importante de morbilidad y mortalidad, contribuyendo a una mayor predisposición
a infecciones y a enfermedades crónicas asociadas con el envejecimiento lo que
disminuye la calidad de vida (Rubio, 2002).
La mayoría de los cuidadores familiares “Casi
Siempre” provee cuidados al adulto mayor en el hogar. Todos de alguna manera
colaboran con la higiene personal y con el transporte, así como para el
desplazamiento en el interior del domicilio, con la administración del dinero y
bienes, para la tomas del medicamento, en la facilitación en el uso del
teléfono, en la solución a situaciones conflictivas, y en ayudarlo a
comunicarse con los demás cuando existe dificultad para hacerlo.
En cuanto al nivel educativo
y actividad laboral, más de la mitad de los cuidadores cuentan con la
secundaria completa y son profesionales, así como más de la mitad tiene una
situación laboral activa por lo que repercute de manera positiva tanto en el
ingreso familiar como en el cuidado del adulto mayor; situación comparable con
un trabajo realizado por Giraldo, Franco, Correa, Salazar y Tamayo (2006),
cuando señalan que el ingreso familiar promedio del 89,7% de los cuidadores es
menor de dos salarios mínimos legales mensuales y que el 79,5% comparten el
papel de cuidadora con otro. Igualmente refieren que el 64,1% están sin
actividad económica remunerada.
Con
respecto perfil de salud del cuidador familiar, el perfil de salud y capacidad
funcional para las actividades instrumentales de la vida diaria del adulto
mayor y los cuidados físicos, biológicos, afectivos – espirituales y sociales
que les provee el cuidador familia, se concluye lo siguiente:
1. Como
aspecto más llamativo el perfil de quienes cuidan a las personas mayores es el
género femenino. Más de la mitad son mujeres, lo que implica desigualdad en el
reparto de las obligaciones en la casa, lo que con el paso del tiempo, la
tendencia es al alza.
2.
La iniciativa para
iniciar la prestación de la ayuda procede, en la mayor parte de los casos del
propio cuidador/a y, en un segundo término, se trata de una decisión familiar.
En este aspecto las respuestas presentan grandes diferencias según el grado de
parentesco que les una a la persona mayor, pues para los cuidadores que son familia
política de los mayores la presión del entorno familiar parece resultar mayor.
Acá pudiera pensarse, que el sentido de obligación moral provoca emociones
positivas en la relación de ayuda y, al mismo tiempo, sentimientos encontrados
ante la dificultad de conciliarlos con la vida personal y el trabajo.
3. Más
de la mitad de los cuidadores familiares tienen 35 o más años, y por cada 3
mujeres que se encargan del cuidado de los adultos mayores un hombre ejerce
este rol. Un poco más de la mitad de los cuidadores familiares están casados,
así como más de la mitad son esposos o esposas de los adultos mayores; el total
de la población entrevistada son alfabetos funcionales, y más de la mitad tienen menos de 3 años hasta
6 años cuidando al adulto.
4. Asimismo,
los cuidadores familiares son entre otras personas, familiares directo del
adulto mayor, y tradicionalmente, han sido las familias las que han asumido el
cuidado de las personas dependientes, a través de lo que ha dado en llamarse
“apoyo informal”.
5. Por
otro lado, un tercio de la población estudiada le ocupa más de 12 horas diarias
dedicadas al cuidado del adulto mayor; más de la mitad tiene una situación
laboral activa mientras que cerca de la mitad no son activos, por lo que
pudiera repercutir de alguna manera en el ingreso familiar, en vista de que 7
de los 23 entrevistados son
profesionales, pero que el ejercicio de éste, puede implicar mayor desgaste en
el cuidado del adulto mayor.
6. Con
la aplicación del Test de Zarit, más de la mitad de los cuidadores familiares
presentaron sobrecarga intensa.
7. Cuando se considera el desgaste del cuidador como una variable de
estudio, es importante tomar en cuenta las patologías asociadas de los
ancianos. Las enfermedades crónico - degenerativas hace tender a la dependencia
de otras personas para sus cuidados. En este sentido, las actividades
instrumentales de la vida diaria estarían muy limitadas sobre todo, las que
requiere de mayor esfuerzo físico, por lo que la ayuda del cuidador familiar en
este momento, cobra mayor importancia.
8. En lo que respecta a las actividades instrumentales de la vida
diaria cerca de la mitad son dependientes, lo que significa un mayor trabajo
para los cuidadores, por lo que las oportunidades de satisfacción personal se
ven limitadas, así como las del disfrute de la intimidad de las parejas.
9. Igualmente, un poco más de un tercio de los cuidadores familiares
presentaron signos y síntomas de sobrecarga leve, así como de sobrecarga
intensa, lo que da a entender que si no se toman las medidas correctas para su
cuidado los padecimientos producto del desempeño van a ser cada vez mayores.
Estos resultados muestran la tendencia al cansancio del cuidador familiar del
adulto mayor.
10. Entre los aspectos que resaltan más y que muestran la tendencia
hacia la sobrecarga del familiar se encuentran: la solicitud de más ayuda de la
que realmente necesita, estrés al tener que cuidar a su familiar/paciente y
tener además que atender otras responsabilidades.
11. En cuanto a los cuidados que el cuidador familiar le
provee al adulto mayor en el hogar, “Casi Siempre” en las actividades de la
casa (cocinar, lavar, planchar); “Casi Siempre” y “Frecuente” los cuidadores
ayudan para el transporte fuera del domicilio, así como “Casi Siempre” para el
desplazamiento en el interior del domicilio.
12. Necesidades básicas como la alimentación, se ven
generalmente afectadas por la capacidad funcional. Los adultos mayores por
diferentes factores no tienen un adecuado acceso y consumo de alimentos,
aspecto que puede considerarse como un factor deteriorante de su estado de
salud, lo que contribuye a los procesos de fragilización en esta etapa.
Referencias
bibliográficas
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estado Trujillo. Marzo a Junio 2009. Trabajo No Publicado. Escuela de
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